La perpetuidad de una flor
no es suficiente para aliviar tus culpas
y es que el destino del cual te despojabas
cada vez que partías
no halló el sosiego
de las casas en las calles tranquilas
y por más que anduvo en los siglos
nunca pudo detenerse al inicio de una naturaleza
para herir a la maldad que cargabas en el corazón
Tu destino nunca te perteneció
por eso hoy tú contra los muros
has dejado de creerte infinito
ya pronto la nueva ciudad ha de devorar el lugar
y este muro será el límite olvidado
de la tierra que nunca debiste abandonar.
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