Otoño
No digas que éramos un
club del amor o que el viento jugaba en nuestros dedos juntos
No lo digas, nunca y
menos hoy viernes al mediodía sin un Sol en el cielo.
Hasta aquí llegué
obligándome vivir de poquitos y en apuro.
No me cuentes de la luz
en el jardín ni del corazón insensato reclamando atención,
no hay más espacio en la
mesa ni siquiera para un lamento burlón.
Éramos un tiempo dorado
en ciudades pequeñas, una parábola en tierra clara.
Eras mi libro secreto, mi
fábula escondida, mi buen descanso, mi dulce sombra
Éramos pero no me lo
digas.
Y es que sé que bastaba
un instante para llegar a nuestro inicio
y volver con saltos
mágicos a cualquier punto de la memoria.
Hubo calles sin sentido,
muchedumbre y más gente, multitudes en
automóviles azules y
blancos y aun así bastaba un solo instante para volver.
Lo sabemos, éramos el
mejor árbol de navidad, la mejor canción de carnaval,
el perfecto cumpleaños,
la más tierna locura aparecida de la fruta fresca
y aún así no quiero que
me lo digas
He llegado muchas veces y
muchas otras veces partí
pero nunca como hoy tengo
el alma rota sin poder coserla con este hilo de cirugía.
Ahora no tengo sombrero
tampoco playa ni tiempo de música
Sólo este lado malvado
del recuerdo que me ataca una y otra vez
con tu voz intensa
diciéndome que éramos la única hoja verde del planeta vecino
y qué éramos y ya no lo
somos….