ZODIACO AL VIENTO
Para navegar los
colores de mi locura he seguido las constelaciones que llevas en la piel.
Con la noche en todas partes, menos en tu cuerpo de frutas
pude saber que no debería
adivinar ningún destino
pues solo el viaje nos
abrigaría de los vientos del sur.
Existía un carnaval a
la vuelta de la última isla protegida por los acantilados
y una que otra puerta sin
cerraduras que tus manos abren y cierran
según tu sonrisa se haga
cómplice con tu mirada, pero más con tus silencios.
Ya no encuentro mi
nombre ni mis vestiduras, y floto en tu voz,
en las dos estrellas
de tu pecho que me hacen ver nuestros cuerpos reflejados en un cielo artificial,
como dos continentes
iluminados, rodeados de un oscuro mar blanco.