Cuando doce pisos te acercan a la identidad de las aves
sabes que algo que te lleva por los cielos
debe darte la oportunidad de salpicar colores en una ciudad gris.
Un semáforo en rojo golpea la cordura del orate en la vereda
y enfrente mis ganas solo quieren el verde
que avisa de la pronta promesa de pronunciar los cuatro lados de tu nombre.
Doce pisos no es mucha distancia para envolver la música en cuatro manos
si la tierna locura es la mejor amiga del frío, cómplice y húmedo,
que nos lleva al abrazo fácil donde dormir es una extraña estación lejos del verano.
El asfalto es un río negro que nos conduce entre miles de personas
que reclaman su derecho de gritar a las nubes un corazón en colores de plástico.
Por ello hoy los autos y sus luces ruidosas no pueden alcanzarnos en este junio
Febrero sobre marzo: piscis se presenta poderoso en el mar que tenemos frente
en ese horizonte pálido del final de la tarde sin sol
que se antoja ser un libro en tu almohada o una canción sin estandarte.